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lunes, 26 de octubre de 2015

Omnipresencia bancaria, segunda parte



En nuestra ciudad de Valladolid, en estos días se celebra  la SEMINCI, un festival de cine que acaba de cumplir sesenta años; en este marco se ha situado este aniversario: en él se recuerda especialmente cómo desde sus orígenes, la SEMINCI ha tratado de acercar a la sociedad un cine alejado de los circuitos comerciales, pero lleno de historias próximas y creíbles, un cine sin concesiones ni atajos. Es importante recordar los orígenes, en un principio vinculados a la Semana Santa de Valladolid, tratando de ser un soporte de transmisión de los valores morales católicos. Precisamente por eso pronto reflejó eso en su nombre, cine de valores humanos, en un intento de compromiso en nuestra ciudad y en el mundo entero.
Ahora, la evolución parece que lleva a venderse al mejor postor y, como en otras ocasiones, se lleva la palma el Banco de Santander: dos patrocinadores de oro tiene la SEMINCI, Renault y el Banco de Santander, los dos con gran peso en la vida cotidiana de la ciudad y sus instituciones, ya tienen compradas, por lo menos, la Universidad y la SEMINCI, dos referentes fundamentales en Valladolid, dos instituciones que en teoría deben estar al servicio de la sociedad y su desarrollo, pero, ya se sabe: quien paga, manda. Es decir, si pagan Banco de Santander y Renault, ya sabemos hacia dónde van a ir las investigaciones de la Universidad y los “valores humanos” de la SEMINCI: a servir los intereses de estas multinacionales que, como buenas multinacionales, buscan sus beneficios y la limpieza de su imagen con patrocinios que les den buena prensa. Ahí estamos: invadidos.