Cada fin de semana, un hecho se repite: miles de jóvenes se han reunido en algún sitio para hacer botellón. La noticia siempre se recoge en varios medios de comunicación pero siempre desde una visión sesgada del mismo. La preocupación es la basura que producen estos acontecimientos, 
pero no se ha cuestionado y se ha camuflando la aniquilación de la moral bajo la máscara de la libertad y que lleva a la “esclavitud del ocio” (drogas, sexo, consumo, violencia…). A lo sumo algún dirigente universitario, si se juntan en las inmediaciones de alguna facultad, expresa su preocupación motivada por los perjuicios derivados para la institución universitaria. Hoy en día la juventud es una víctima del sistema neocapitalista. El imperio está corrompiendo a los jóvenes a los que se propone entregarse a todos los vicios y placeres como único horizonte en su vida con el engaño de que no van a pasar factura en un futuro. Los adultos del futuro son educados por universidades que han pasado de sus orígenes cristianos al más puro servicio al imperialismo: investigación (para asesinar a los empobrecidos), desarrollo sostenible (para los ricos), economía (de lucro salvaje). La sociedad que se está construyendo, y cuyos rasgos ya percibimos, es una sociedad sin una respuesta política solidaria ante los grandes problemas de la humanidad e indiferente ante el sufrimiento del prójimo.
pero no se ha cuestionado y se ha camuflando la aniquilación de la moral bajo la máscara de la libertad y que lleva a la “esclavitud del ocio” (drogas, sexo, consumo, violencia…). A lo sumo algún dirigente universitario, si se juntan en las inmediaciones de alguna facultad, expresa su preocupación motivada por los perjuicios derivados para la institución universitaria. Hoy en día la juventud es una víctima del sistema neocapitalista. El imperio está corrompiendo a los jóvenes a los que se propone entregarse a todos los vicios y placeres como único horizonte en su vida con el engaño de que no van a pasar factura en un futuro. Los adultos del futuro son educados por universidades que han pasado de sus orígenes cristianos al más puro servicio al imperialismo: investigación (para asesinar a los empobrecidos), desarrollo sostenible (para los ricos), economía (de lucro salvaje). La sociedad que se está construyendo, y cuyos rasgos ya percibimos, es una sociedad sin una respuesta política solidaria ante los grandes problemas de la humanidad e indiferente ante el sufrimiento del prójimo. Hilda Cantarín y Ana Sánchez.
