El recuerdo del papa Juan Pablo II supone hoy en día situarnos ante el interrogante sobre Dios. Es situarnos hoy en día ante la nostalgia de Dios que anida en todos nosotros, en el fondo de nuestro corazón. Al fin y al cabo, la consecución del bienestar material nos hace naufragar en un mar de insatisfacciones. La soberbia contemporánea creyó matar a Dios, como quien borra algo demasiado lejano, sin saber que al matar a Dios estábamos matando una parte de nosotros mismos que nos completaba, pues nuestra naturaleza no puede entenderse sin esa vocación divina. Dios no puede aparcarse a un lado, no se puede vivir como si Dios no existiera.
En concreto, ponerse en manos de Dios y dejarse guiar por Él supuso para Juan Pablo II una gran profundidad humana en sus planteamientos y el ejercicio de una asombrosa actividad: viajes, discursos, atención a muchedumbres incontables, atención también a la complejidad del mundo, intervención en el examen de sus problemas, escritos doctrinales y pastorales… En todo caso uno de los grandes servicios de Juan Pablo II ha sido hacernos ver que se puede ser católico siendo perfectamente moderno, alejando de la fe católica ese sentimiento de inferioridad, como si la fe en Cristo fuera algo pasado. Este papa ha propuesto en su pontificado la regeneración de la fe frente a un catolicismo que comenzaba a perder la confianza en sus posibilidades intrínsecas; que se resignaba a que la fe quedara como mero factor cultural, ético o estético, y a que la Iglesia se diluyera anónimamente entre los poderes de la sociedad sin un aportación específica, sin darnos cuenta de que la misma fe en Cristo Salvador da certeza, seguridad y confianza en el futuro, porque afecta profundamente al ser humano, que es el camino primero de la Iglesia. Este ha sido un enorme servicio del Papa, que han agradecido sobre todo los jóvenes y los empobrecidos de la tierra. Con toda energía Juan Pablo II ha subrayado que la misión de cualquier cristiano, a pesar de sus debilidades y pecados, consiste en identificarse con Cristo y eso es algo muy vital, pues no hay fe sin un trato personal con el Señor y sin defender con vigor y de un modo constante la dignidad de todo ser humano, especialmente de los más débiles. Juan Pablo II se convirtió en la voz de los sin voz en multitud de ocasiones al defender la vida, desde la fecundación hasta la muerte. El viernes 4 de abril a las 21:00 el Movimiento Cultural Cristiano, con la colaboración de la Escuela Diocesana de Formación, invita en Valladolid, a una vigilia en homenaje a Juan Pablo II, en el Centro Diocesano de Espiritualidad (Capilla de la Congregación, entrada por la C/ Alonso Pesquera). En Burgos comenzará la Eucaristía a las 19.30 en la parroquia Sta. María la Real Antigua.
Este acontecimiento puede ser un buen momento para retomar el legado de este papa.